Los inicios del Opus Dei están en Madrid. Aquí llegó Escrivá en tiempos de la II República como sacerdote y abrió la academia DYA (Derecho y Arquitectura), una tapadera para el adoctrinamiento cristiano. Incluso, consiguió que sus alumnos y primeros seguidores comulgaran con el masoquismo de las “mortificaciones” a base de cilicios en los muslos y latigazos en las nalgas.
Con el estallido de la Guerra Civil logró huir a Burgos, donde Franco había instalado la capital de los sublevados. “Escrivá regresa a Madrid el 28 de abril de 1939, en un camión militar, junto con las tropas franquistas que ocuparon ese mismo día la ciudad. En 1940 (...) le concedieron el cargo de miembro del Consejo Nacional de Educación y el puesto de profesor de Ética y Deontología en la Escuela Oficial de Periodismo.” (Wikipedia).
Pero en Madrid poco podía hacer por la expansión e internacionalización del Opus, así que se trasladó a Roma concluida la II Guerra Mundial. Del Vaticano llegó al resto del mundo (el Opus actualmente suma unos 80.000 miembros) con un mensaje que incluía la pasión por la obediencia, el amor al dolor y al sufrimiento (castigo moral y físico autoinflingido), sin olvidar la subordinación de la mujer al varón.

*El alcalde de Zaragoza ha rectificado...
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