lunes, 22 de septiembre de 2008

¿Sube o baja?

Ascensores y personas... ¿Por qué cuando uno se monta en un ascensor y no hay nadie se pasa el resto del trayecto mirándose en el espejo? No obstante y como en casi todo, sólo se disfruta del viaje si no se tiene miedo a los ascensores. Tal es el terror (algunos, incluso, prefieren subir andando) que parece que cuando una de estas máquinas se queda parada los que van dentro, como mínimo, se mueren. Quienes padecen esta fobia mantienen su mirada fija en el indicador luminoso hasta que aparece el número de su planta; en este momento, si la persona se encuentra atrapada con más gente, se pondrá a gritar y arañar para poder salir.
¿Qué pasa si está ocupado? El saludo carrasposo de alguien que se monta en un ascensor sólo puede dar paso a dos cosas. En primer lugar, se sucederá uno de los silencios más incómodos que existen, porque, ¿de qué se habla cuando vas encerrado en un ataúd metálico y con espejos? La alternativa al silencio más incómodo es a su vez una de las preguntas más extrañas que le podemos hacer a alguien cuando va en un ascensor: ¿sube o baja? El que va montado mientras contesta piensa: ¿qué otra cosa espera que haga? A no ser que vaya sumido en el pánico… En tal caso, si le preguntas eso a alguien que va pálido y sudoroso en un cubículo te cogerá por el cuello y te meterá dentro.

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