Durante todo el siglo XX se discutió sobre los efectos de los medios de comunicación en la gente. Se les responsabilizó, entre otras cosas, de la violencia en la sociedad (como a los videojuegos) y, sobre todo, se les acusó y se les acusa aún de manipularnos.
Sobre esta preocupación que a mí, personalmente, no me deja dormir tranquilo, han trabajado autores como McCombs que, en 1972, estableció la Teoría de la Agenda Seeting. Esta teoría mantiene que todos los temas sobre los que hablamos, todo aquello en lo que pensamos durante el día procede de una agenda de temas que configuran los medios de comunicación (agenda mediática). Con esta agenda, las noticias se jerarquizan en función de su relevancia y del orden en el que se presentan ante la opinión pública. Así, al enfocar la atención en una parte muy reducida de la realidad, silencian el resto. Pero, además, la agenda también transfiere a cada noticia una orientación o disposición (priming) y una serie de atributos y adjetivos (framing). De esta manera, las ideas secuestran a la información, sin olvidar que el verdadero peligro de la manipulación es no darse cuenta de que existe y de que somos víctimas de ella.